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Restauración

Restauración

Extraido del artículo "Los Baños del Almirante: un edificio único" de Soledad Martí y Santiago Tormo.  

Estado inicial

El estado de los Baños, antes del inicio de la actual restauración, era fruto de las múltiples actuaciones que sobre ellos se habían llevado a cabo, unas de transformación y adaptación del espacio en función de la evolución del uso como baño y otras de conservación desarrolladas sobre los mismos a principios de la segunda mitad del siglo XX. Además de las interiores, se produjeron modificaciones derivadas de la evolución urbana como la ampliación y mejora a principios del s. XIX de la actual calle, que supuso la reducción de las dimensiones de la sala de la caldera y obligó a adelantar la entrada; o la construcción sobre la sala caliente de un inmueble a finales de ese mismo siglo, que comportó la apertura de un sótano y la eliminación de una parte importante del hipocausto situado bajo el pavimento. Las transformaciones del uso del baño conllevaron múltiples aperturas y refacciones en los muros. La situación final mostraba graves alteraciones de paramentos, importantes grietas, en especial en las bóvedas, y la modificación de los pasos originales.

La restauración

El proyecto de restauración de los Baños del Almirante, fue redactado a finales del año 2000, por un equipo multidisciplinar dirigido por los arquitectos Julián Esteban Chapapría y Ricardo Sicluna Lletget, ambos de la Conselleria de Cultura y Educación, y por José Luis Robles, de la Conselleria de Economía y Hacienda. Por las características del monumento y del tipo de intervención ha tenido un papel destacado la arqueóloga del equipo, Concha Camps.

La intervención proyectada se articula en torno a tres ámbitos: las salas húmedas, el vestíbulo y el espacio que resta entre las anteriores y la calle, con el fin de dedicar el edificio a ser visitado y mostrar, mediante recursos y tecnologías adecuadas de apoyo, el destino y función originales.

La restauración realizada contempla la recuperación del esquema original de funcionamiento mediante el cegado de los huecos que no se correspondían con los pasos originales; recomposición de la bóveda de la sala caliente así como la zona de hipocausto desaparecida o la reparación de lesiones en muros y bóvedas. Como tratamientos finales, tanto en paramentos como en bóvedas se ha apostado por la utilización de lechadas de cal. Las lucernas se han tratado de acuerdo a su estado de conservación y su cierre exterior resuelto con unas piezas de vidrio, a modo de cuencos, que la cubren. En el pavimento de las salas se han dispuesto piezas cerámicas de idénticas medidas a las originales, integrando en la sala fría los restos originales encontrados.

La reposición de los cerramientos dobles de madera entre las salas y la incorporación de instalaciones de iluminación, sonido y efectos especiales permitirán recrear el destino original de los baños.

 

Todas las operaciones se han concebido con el máximo respeto hacia las fábricas preexistentes, con soluciones constructivas compatibles con la construcción inicial y unos acabados que intentan recuperar la manera de operar hasta el siglo XVIII.

Se ha construido sobre el vacío del vestíbulo una pieza que completa la topología arquitectónica de los baños hasta hacerlos comprensibles, cuyo objetivo fundamental ha sido sustanciar la esencia del espacio, es decir la altura, fuente de luz, etc... en base a la imagen transmitida por el viajero francés Laborde.

Por último, el espacio que resta entre los baños y la calle se ha resuelto con un cuerpo de nueva planta que sirve de acceso al monumento, y en el que se mantiene el hueco de ingreso de decoración neoárabe. Es un estrecho elemento en el que la planta baja situada frente al vestíbulo se destinará para recepción de visitantes.

Sellado de grietas

Las múltiples alteraciones de paramentos y bóvedas de las salas y, en especial, la constante apertura de huecos, debilitaron enormemente el edificio, provocando la aparición de numerosas grietas que llegaban a alcanzar varios centímetros de espesor. En la sala caliente incluso supuso la pérdida de la generatriz de la bóveda, evidenciada mediante un escalón. La solución desarrollada en estos casos fue la inyección un mortero de cal hidráulica muy fluido. Previamente, se había sellado la junta externamente, disponiendo cánulas para garantizar el llenado. La dosificación variaba dependiendo del grosor de la grieta, ya que se debía asegurar al máximo el colmatado y la llegada a todos los puntos de la pasta. Para evitar el descuelgue del mortero superficial, en las grietas mayores de 5 cm., se dispusieron varillas de fibra de vidrio, a modo de armado.

Reparación con tapial

En el cegado de los huecos impropios de los muros de las salas húmedas se empleó masa de tapial, compuesta por áridos de diferentes tamaños de cantos rodados e hidróxido de cal como conglomerante, de forma que se pudiese obtener un acabado de textura similar al original. Todos estos componentes se fueron apisonando por capas manteniendo el tamaño de los encofrados antiguos. El núcleo de estos huecos se reforzó con una fábrica de ladrillos perforados para permitir una buena conexión a efectos de la transmisión de esfuerzos con los restos de fábricas antiguas.

Tratamientos con cal

El tratamiento elegido para el revestimiento interior de las salas fue una pintura a la cal pura, muy rebajada con agua y con una cantidad de manos que en ocasiones alcanzó la decena. Con esta superposición, se permitía que la cal pudiera formar parte del soporte, adhiriéndose una sobre otra, y contribuir al mismo tiempo a un refuerzo y consolidación de tapial y revestimiento existente.

Las cubiertas abovedadas presentaban en general un estado aceptable, aunque el paso del tiempo y las agresiones climáticas sufridas causaron deterioro del revestimiento superficial, con pérdida en zonas puntuales. El criterio de no superponer ni redefinir ninguna arista no preexistente, así como no introducir materiales modernos que aseguraran la impermeabilidad y estanquidad a base de productos químicos, condujo a la solución de realizar una capa de revestimiento con mortero de cal muy plástico formado por árido silíceo y calcáreo y cal en pasta envasada (con más de 6 meses de curado). Aplicado con paletina y llana metálica en dos capas, a modo de estuco, de 5 mm. de espesor total, se adaptaba a la superficie existente como si se tratara de una piel, conservando las lagunas históricas y manteniendo la textura de las bóvedas del siglo XIV.

 

Nuevos paramentos

En aquellos paramentos verticales y horizontales de nueva factura se ha optado por la utilización de materiales actuales que permitan una lectura integrada con el contexto del resto del edificio. Así los forjados y muros del vestíbulo y de la caja de escalera se realizaron con hormigón armado tipo HA- 25 de color blanco con cimentación resuelta mediante micropilotaje. En los revestimientos se han empleado morteros predosificados con alta resistencia y gran finura del árido.

Instalaciones

La dificultad que de por sí presenta su trazado se complica enormemente cuando se interviene sobre las fábricas históricas de un monumento. Con un criterio de máximo respeto se optó por el tendido bajo el pavimento de las salas de los servicios de megafonía, seguridad y electricidad, ubicándolas de la forma más discreta posible pero satisfaciendo todos los requerimientos técnicos, empotrando en pavimiento tanto luminarias como mecanismos. La gestión única y centralizada, pero de gran flexibilidad de uso, de todos los sistemas que integran la instalación museográfica, es capaz de controlar desde el oscurecimiento del vestíbulo, mediante la motorización de los estores de las ventanas, hasta el control térmico de la sala caliente. La instalación de un sistema de folio radiante permite elevar la temperatura del pavimento hasta los 29ºC, a semejanza del hipocaustum antiguo, con tan solo un espesor mínimo de 7 cm.

El reto de un espacio reducido

La diversidad de tratamientos y procesos constructivos desarrollados en tan reducido espacio (la planta total es de 281 m2, el ancho del cuerpo de acceso es de 1,8 m., junto con la estrechez del viario circundante -3 m.-), ha supuesto un reto enorme y complejo para desarrollar la obra. Hay que añadir que las dificultades para disponer de espacios mínimos tanto de acopio como de trabajo, descarga de materiales o acceso de maquinaria, comportan una serie de obstáculos que condicionan en gran manera la ejecución de la misma.